El engaño posmoderno de Cultura y Arte como medio para vanagloriar la aparente superioridad de la conciencia humana ha creado un mundo de sombras donde zombis carroñeros de imágenes se deleitan de aparentes delicias de saberes en cerebros nublados de seducciones. El conformismo de la dialéctica sustenta el reinado de inocuos que se regocijan de aparentes saberes sin un encuentro en la seducción de su propia demanda, la fuerza de su deseo se ha disipado en deficientes suplencias auto eróticas, el onanismo de unos se convierte en el deseo de otros creando un encadenamiento en la creación.
El arte entonces se vuelve un cumulo se saberes que se sustenta en discursos de poder; monetario y “cultural”, donde un cliché de un saber se vuelve una “verdad absoluta”, el discurso de unos cuantos se convierte en texto sagrados, se crean los dioses de la creación artística, un sinfín de risibles genialidades tomadas como absolutas certezas convierten al otro en un Otro con mayúscula, un Otro que se creé omnisapiente generando la ilusión de control en la creación artística salvando al arte de su aparente decadencia , sin embargo esta pseudo-decadencia es la trampa que atrapa a aquellos nublados por la respuesta suprema de aparentes dioses en el pensamiento creativo.
El miedo de quedar en la vacío se trasmite como un virus, incubando en las creación artísticas moléculas malformadas cegadas de su propio encuentro en el espejo. Aterrados de cuestionar la sutil enmendadura de la constante demanda de un deseo insaciable los ciegos de su propia falta llenan su propio vacío con fórmulas prediseñadas que ponen en juego un saber que no tiene dueño ni forma, un saber postrado en el vacío, en el Vacío creador.
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